Ser un fanático de Slipknot en la última década no ha sido tarea nada fácil. Partiendo por la trágica pérdida de Paul Gray, la dolorosa salida de la banda y posterior fallecimiento de uno de sus emblemas en Joey Jordison y llegando a situaciones como el feudo de su vocalista con otros artistas como Machine Gun Kelly y las múltiples disputas con Chris Fehn que derivaron en su salida de la banda.
A pesar de todo eso, Slipknot siempre ha estado ahí. Firmes, dando batalla de la mejor forma que saben hacer: Creando música y llenando escenarios alrededor del mundo. Una gran muestra de fortaleza que han sabido transmitir hacia sus más leales seguidores.
Esta vez Slipknot vuelve al ruedo con un nuevo álbum de estudio titulado The End, So Far donde la banda da muestras una vez más de no querer detenerse en ningún momento con otro nuevo álbum de estudio. Revisitando pasajes sonoros que llevaban años sin explorar.
Esta función empieza con “Adderall”, canción introductoria que sirve como antesala de lo que está por venir y tiene un fuerte componente experimental, influenciado por un Rock más convencional similar al proyecto solista de Corey Taylor. Quien brinda una relajada interpretación hasta que acaba la canción. Es aquí cuando Slipknot muestra sus verdaderas intenciones con “The Dying Song”, furiosa canción que fue presentada como single y es sin duda una de las mejores canciones de Slipknot en más de una década.
Continúa la agresión con “The Chapeltown Rag”, otro single extraído de este álbum que inicia con un intro que nos recuerda a temas como “Eyeless”, comandada por furiosos tempos a cargo de Jay Weinberg quien a estas alturas ya se ha ganado sus alas como digno percusionista de Slipknot.
La seguidilla de singles de este álbum culmina con “Yen” con un Corey Taylor que disminuye la intensidad de las canciones anteriores y demuestra su lado emotivo con ambientaciones envolventes por parte de Jim Root y Mick Thompson, quienes explotan de manera repentina con un brillante riff en el estribillo del coro junto con el mismo Taylor quien iguala la intensidad de la instrumentación. Esta canción toma un giro interesante con un “Solo” de scratch por parte de Sid Wilson que aunque deslumbra muy poco cumple con aportar a la atmósfera de la canción.
La fuerza bruta se recobra con “Hivemind” que se une muy perfectamente con lo que fue el final de la pista anterior y gradualmente aumenta su fuerza y velocidad hasta escalar en un hermoso coro en el que brilla la gran interpretación de Corey Taylor, sin duda una de las mejores canciones de álbum en donde la furia predomina.
Dicha furia continúa (E incluso se incrementa) en “Warranty” con toda la banda implicándose en todo su furor tanto instrumental como vocalmente en los coros. Destacando los solos que Jim Root va añadiendo a lo largo de esa canción en la que Slipknot golpea con total fuerza, siendo esta una de las canciones con mayor potencial en directo de ser incluída en los setlists de futuros shows de la banda.
“Medicine For The Dead” aparece como una de las canciones más arriesgadas del álbum, ya que no sólo baja la intensidad que el álbum viene cargando sino que Slipknot en esta ocasión toma un enfoque mucho más ambiental que resulta algo interesante con un buen hook en el coro.
Una constante en este álbum que es a su vez muy destacable es el desempeño vocal de Corey Taylor quien a pesar de los años y los intensos itinerarios de gira que tiene tanto con Slipknot como con su proyecto solista, sigue manteniendo un gran poderío en su voz que se despliega en los versos más emotivos como en los gritos más feroces que lo han convertido en uno de los vocalistas más influyentes del Metal en los últimos 20 años.
Las apuestas de Slipknot reflejadas anteriormente se reanudan con “Acidic”, una de las canciones más destacadas de este álbum que a su vez resulta como un gran alivio melódico que aporta grandes dosis de dinamismo a este álbum, orientado especialmente por las guitarras de Jim Root que con solos y melodías nos va creando una hermosa atmósfera a lo largo de esta canción.
Slipknot vuelve a flexionar el músculo de este álbum con “Heirloom”, una canción que aunque no es tan feroz como canciones anteriores ayuda a mantener y equilibrar el ritmo de este álbum, A muchos les resultará algo familiar debido a la gran similitud que guarda con “Psychosocial”, pero manteniendo aún así su identidad propia a pesar de no destacar mucho como algunas de sus pistas predecesoras.
Llegando a “H377” nos topamos con intensos riffs y un Corey quien desenvaina fraseos muy rápidos que rememoran épocas de los primeros álbumes de la banda en una canción que aunque tiene buenos momentos no genera el mismo impacto de canciones anteriores por si sola, pero cuando llega a su final y se conecta de inmediato con “De Sade”, marcando una acertadísima transición entre dos canciones que a pesar de ser los marcados contrastes entre ambas.
“De Sade” aunque no es una balada, brilla por ser una pieza donde todos muestran una gran emotividad en su ejecución desde el inicio con la línea de bajo de Alessandro Venturella antes de que la canción agarre fuerza y pase a ser tomada por la emotiva y potente interpretación de Corey Taylor y los grandes solos de Jim Root que nos recuerdan a algunos grandes momentos de la etapa de ambos en Stone Sour.
Llega el momento de cerrar el álbum con “Finale”, una balada poco ambiciosa en la que Slipknot apuesta por cerrar un fuerte álbum de la forma en la que bandas como Alice In Chains o Whitechapel lograron con éxito en álbumes como Black Gives Way To Blue y Kin respectivamente. Con baladas homónimas que fueron más emotivas y arriesgadas que la presentada aquí como final de álbum.
Este álbum será de total agrado de los fanáticos más fervientes de la banda y sin duda un gran éxito entre los seguidores de la banda ya sean nuevos o desde sus inicios. En general un álbum muy disfrutable tanto en sus feroces singles como en sus cortes más experimentales destacando “De Sade” y “Acidic”. Si eres un Maggot es una buena temporada para alegrarse y darse cuenta de que hay Slipknot para rato.
Calificación: 8.5/10
Contador de historias por pasión y periodista de profesión. Guitarrista ocasional y metalhead de tiempo completo. “Viviendo un concierto a la vez”.
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